Machu Picchu, cuyo centenario de descubrimiento se celebra este jueves, es una imponente ciudad de piedra al sur del Perú cuya función en su época de esplendor pudo ser la de centro ceremonial o sitio de descanso de nobles incas mientras que los expertos descartan que haya sido fortaleza militar. 

Machu Picchu, cuyo centenario de descubrimiento se celebra este jueves, es una 
imponente ciudad de piedra al sur del Perú cuya función en su época de esplendor 
pudo ser la de centro ceremonial o sitio de descanso de nobles incas mientras que 
los expertos descartan que haya sido fortaleza militar.
Desde que el explorador estadounidense Hiram Bingham, al frente de una expedición 
científica, llegó el 24 de julio de 1911 a Machu Picchu y la puso en la vitrina de la 
comunidad arqueológica mundial el sitio ha sido objeto de múltiples investigaciones
 e interpretaciones.
La controversia cobra interés en momentos en que Perú conmemora este jueves
 los 100 años del "descubrimiento para el mundo" de la ciudadela.
Construida en el siglo XV en la cima de una montaña, a unos 8 a 10 días de marcha 
desde Cusco, la capital sagrada de los Incas, Machu Picchu es una ciudad de piedra a 2.400 
metros de altura declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1983.
Para el antropólogo estadounidense Richard Burger, de la norteamericana 
Universidad de Yale, Machu Picchu era en su época de esplendor un centro de 
descanso para la nobleza inca más que un lugar sagrado.
Esta postura marca un contraste con opiniones que sostienen que la ciudadela
 incaica estuvo dedicada a la adoración de dioses o un lugar para rendir culto 
al inca Pachacútec, que habría ordenado su construcción.
"Machu Picchu era un palacio real construido por el inca Pachacútec 
donde él acudía con su familia e invitados en busca de un lugar 
de relajamiento", dijo Burger a la AFP.
Aunque Burger, un estudioso de la arqueología inca, es consciente de que 
sus opiniones incomodan a otros estudiosos, dice que el inca salía del 
Cusco, capital del imperio, "para escapar de los problemas políticos del imperio".
Burger compara a Machu Picchu con lo que actualmente es en EEUU Camp David,
 residencia de descanso presidencial. "Cuando el presidente (Barack) Obama 
ya no aguanta se va allá con su familia y anda por el bosque para relajarse".
Como parte de esos momentos de descanso el estudioso indica 
que "en Machu Picchu la nobleza inca tomaba chicha, que equivale
a la cerveza; la chicha se bebía en keros (vasos de cerámica) que 
luego se rompían en las celebraciones; hemos encontrado muchos 
pedazos de esos keros", añadió.

Burger no niega en Machu Picchu un componente místico que se evidenciaba
 en las numerosas puertas y ventanas "probablemente orientadas a zonas 
de carácter religioso". Pero cuestiona que Machu Picchu sea presentado
 como un centro místico como Nepal o el Tíbet.
Su opinión no es compartida por investigadores como el historiador y 
arqueólogo peruano Federico Kauffmann, para quien la tesis de Burger "es un disparate".
Para Kauffmann era "un santuario religioso donde se practicaban rituales 
a las divinidades que -según lo que los incas pensaban- gobernaban 
sobre los fenómenos climáticos que los afectaban enormemente".
Por su parte, el también arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras, ex director del Instituto
 Nacional de Cultura, señala que la ciudadela era "un gran mausoleo" 
al inca Pachacútec que aparentemente fue sepultado en ese lugar, junto 
a otros nobles: "Era un gran monasterio donde se les rendía culto".
"Es un lugar espectacularmente difícil de llegar; es un lugar sagrado, protegido con 
murallas", agrega.
Para la historiadora María Rostworowski, Machu Picchu "era una ciudad 
sagrada; quizás los arqueólogos puedan encontrar la clave de todo lo que
 hizo Pachacútec".
Aunque los guías mencionan a los turistas en Machu Picchu que la ciudadela fue
 una fortaleza militar, los expertos consideran poco posible que ésta hubiera tenido 
ese fin, y señalan como prueba que las fuentes de agua y alimento no hubieran
 permitido un largo asedio.
Para la historiadora Rostworowski, las fortalezas militares de los incas difieren en 
la forma de construcción, mientras que el antropólogo Lumbreras ha señalado que
 en los restos hallados en Machu Picchu "todo indica que la población 
no incluía guerreros". (AFP)