jueves, 7 de abril de 2011

♠ ECOSISTEMAS FLUVIALES Y CUENCAS HIDROGRÁFICAS

ECOSISTEMAS FLUVIALES Y CUENCAS HIDROGRAFICAS
Por: Eleazar Mario López Mesones
Chiclayo, 06-04-2011

Es vital para nuestro pueblo, la conservación de sus cuencas hidrográficas con su correspondiente holocenosis (flora y fauna), para preservar la vida social.

Ecosistemas Fluviales de la Región Montana y Nefelohilea. 

A una altitud de 4061 msnm, entre Kañaris, Inkawasi y Querocotillo (Cajamarca), se encuentra un circum de humedales, con un paisaje de pradera, donde predomina el Graminetum y la neblina semiperpetua. Es la zona paramal, donde se generan los más extraordinarios ecosistemas fluviales, resaltando nítidamente, entre las brumas, el Crenal (Crenon): paisaje donde se originan las nacientes de la cuenca, en altitudes ubicadas entre los 3600 msnm a 4061 msnm. En esta zona paramal, se originan los ríos Nivintos (Ñule), Kañaryaku (Cañariaco) y, en las pendientes del Divortium Aquarum (divisoria de Cuencas), entre los flancos de las montañas de Kañaris e Inkawasi, surge el río Tokras, que inclusive es trasvasado para irrigar parte de la superficie agrícola de Motupe (el campesinado de Rodeopampa, Chiñama, Naranjo, entre otros centros poblados y caseríos, no tienen acceso a este caudal transportado por el canal de Huallabamba). 
Es relevante, especificar que las quebradas, La Palma, Pumabañakuna, Atun Yaku, Chilasque, Paltiq, que afora a través de la más grande cascada andina –El Chorro-, hacia el río Huancabamba, nacen en plena zona de la “Nefelohilea”. La Nefelohilea es el paisaje de los bosques de neblina, bosques de lluvias, bosques de brumas o Cloud forest, conocida también como Ceja de Selva Alta; conteniendo una singular presencia de comunidades faunísticas y una flora de origen amazónico, aún sin estudio integral y con fuertes vacíos de información aún.

 La Nefelophilea lambayecana contiene los más extensos bosques del norte peruano, con nuevas especies para la ciencia de orquídeas, crácidos y rarísimos mamíferos, como el oso de anteojos – el año 1986, el campesino Ninfo Mondragón, nos invitó a un festín con la deliciosa carne de un oso de anteojos, en el caserío de Muñuño. Recuerdo, que el sabor y textura de la carne guisada de este úrsido en vías de extinción, fue exquisita-;  majaz, armadillo, tigrillo, sajino y, las especies de Tapirus pinchaque o Tapir de Montaña e inclusive, primates como Cotomono; destacando en la vertiente del Pacífico, en los Bosques de El Atolladero en el caserío de Palacio, la probable Pava Aliblanca Desde Pumawaka (Pomahuaca), se observa este gigantesco salto de agua, refractando la radiación solar. Es por esto, que el campesinado le ha puesto el nombre de Ninapampa –la pampa de fuego-, al contacto que realiza este torrente con las rocas erosionadas del caserío El Chorro. Cuando llueve, parece que un “río blanco” disectase las rocas magmáticas. Este paisaje tiene ingentes pisos bioclimáticos en peligro de desaparecer si se desarrolla la explotación de yacimientos polimetálicos a tajo abierto, contaminando la cuenca alta y provocando disturbación y ecocidio de los Bosques Montano Relictos, de importancia regional y mundial; además de contaminar el agua del Proyecto Hidroenergético Olmos o, como se le debe llamar, Proyecto de Irrigación e Hidroenergía, Manuel Antonio Mesones Muro, quién con su genial prognosis, planteó a inicios del siglo XX, este colosal Proyecto, que debe llevar su nombre.

Zona Ritral: zona de descenso en plena pendiente de la cuenca hidrográfica y captación de aportes hídricos. 

Entonces, el ecosistema fluvial Crenal, se origina en las más elevadas cimas de la Cordillera Occidental de los Andes en el norte del Perú, discurriendo hacia la zona del Ritral (Rhithron), que es la zona de erosión y colecta de flujos hídricos, casi en forma de abanico invertido. El río Chiñama –denominado Motupe-, describe una extensa zona Ritral desde los contrafuertes del cerro Minas adyacente a Chiñama. He tenido oportunidad de estar en estos ecosistemas y, he observado la fuerza erosiva del caudal. En la Carta Geográfica del Perú, en el extremo noreste, en el Paisaje La Montaña, entre Gramalote y Shin Shin en San Lorenzo, se nota esta zona y, en el curso de los ríos que tienen intensa pendiente. Cuando llueve, se “carga el río” y, el autor de la epopeya: El Mundo es Ancho y Ajeno, Ciro Alegría Bazán, nos describe en su novela, La Serpiente de Oro, que el río Marañón en plena creciente, rompe la Cordillera y arrancando furiosamente el talud, sigue incontenible su curso. Así, cuando están en plena creciente, los ríos de la Región Montana en la Vertiente Oriental, erosionan los “cantos” del cauce e impiden el paso de las personas.

 Pero, la erosión de los acantilados formados por rocas “cristalinas” –rocas magmáticas o ígneas-, impregna el caudal de iones, minerales, cloruros y carbonatos; originando posteriormente, aguas abajo, una alta feracidad en la zona Potámica, permitiendo la formación de fértiles valles andinos. Este dinámico curso, modela el paisaje, genera cañones: como el río Lajas, río Nivintos, Kañaryaku y, el río Moyán; ahí se divisan, ciclópeas rocas, labradas por la energía cinética de la cuenca –ver video: Ecosistemas del Valle La Leche y, Bosques de Neblina de Kañaris, donde explico las características de estos ecosistemas-. 

Es necesario también, aludir a las microcuencas montañosas de Tocmoche (Cajamarca) y, la red hídrica de caudalosas quebradas y ríos – en Cajamarca- de Sangana, Tocmoche, que con el río Moyán, forman el río La Leche y la cuenca del mismo topónimo; además, de los cursos ritrales de las quebradas: Chalala, El Molino, Yaypón, Chiriquipi y el río Maichil, aforan con un significativo caudal, en la Cuenca del río Chancay; esta zona montana tiene que ser declarada de prioritaria conservación por el aporte hídrico y los recursos naturales del campesinado, acción promovida por el comunero y dirigente campesino, Wilson Salazar, quién afirma, que en los bosques de La Montaña y ecosistemas adyacentes, en Casupe, hay presencia de Pava Aliblanca; con una densa comunidad florística de mirtáceas –lanche-, cedrillo –en vías de extinción en el Perú, aún existente en Kañaris, sub cuenca del río Huancabamba-, caricas –papaya silvestre-, pasifloras, rubiáceas, cactáceas columnares y, la impresionante Pitajaya de flores amarillas y frutos púrpuras, sabrosos y refrescantes –industrializados en México, pero aquí, son el alimento predilecto de las aves-. Esto quiere decir, que la feracidad de los valles interandinos y costeños, se debe a la interacción y erosión de la pendiente, por la cuenca hidrográfica en la zona ritral.

Ecosistemas fluviales Potámicos: pendiente suave, curso lento del río y sedimentación.

En esta zona de “remanso”, los testimonios coloniales y los vestigios arqueológicos nos evidencian un intenso aprovechamiento del recurso hídrico por el campesinado primigenio de este territorio; sólo como muestra,  Apurlec, Calicantro, los canales de San Nicolás, las obras hidráulicas en Tinajones, canales extensos en Cuculí, Andenes de Kañaris y canales en plena cordillera de Inkawasi y Kañaris y, por supuesto, la ingeniería hidráulica Mochica, soberbia, admirable; nos proporcionan imperecederas lecciones sobre el uso racional del recurso hídrico en la agricultura. En estos ecosistemas, las comunidades faunísticas resisten altas temperaturas por la radiación solar (organismos euriternos); prefieren corrientes lentas (organismos reofugos); toleran presencia de sales minerales y cloruros (eurihalobiontes) y, se reproducen en un hábitat con materia orgánica saprobios). 
Los valles costaneros de las cuencas hidrográficas del río Olmos, Motupe-Chiñama, La Leche, Chancay y Zaña; están en este ecosistema fluvial, con meandros y humedales, con alto nivel freático y una flora freatófita, adyacente a los cauces; en la zona paramal, donde la región montana y la Nefelohilea, originan en la vertiente oriental y del Pacífico, surgen las cuencas andinas del río Nivintos-Ñule, Kañaryaku, Tokras y Chiñama, con diversidad de quebradas. Es urgente un estudio sobre estas cuencas e instalar equipos de monitoreo, así como estaciones meteorológicas. Su conservación es una necesidad ineludible del pueblo andino y lambayecano. 

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