jueves, 13 de agosto de 2009

POETAS DEL MUNDO. Hermosa Carta a Valia de Dresde en la hora aciaga de Bagua

Carta a Valia de Dresde en la hora aciaga de Bagua. Por José Pablo Quevedo* Enviado por Poetas del Mundo (12-08-09) ALEMANIA: Los últimos sucesos ocurridos en Bagua, en el Perú, con la masacre de nuestros hermanos Originarios, pero también en Honduras con el golpe criminal de una dictadura civil-militar, nos deja siempre tintinándo los sentidos de la percepción y de la razón hacia nuestro Continente. Ello nos dice, en nuestras coordenadas de pensamiento racional y de comparación al modus de vivir a lo europeo, que lo que realizan estos politiqueros criollos latinoamericanos y usurpadores de la Independencia formal de nuestra América, es algo grotesco y primitivo para nuestra época, y que esas repeticiones de la historia de golpes y de masacres son como el mismo engranaje que ya vino establecido desde el llamado 'Descubrimiento'=Conquista. Todo ello, se ha movido históricamente como una fabulación o ficción o como una invención en nuestras Literatura. Pero la realidad es rica que cualquier apariencia del fenómeno, pues contiene en ella misma la esencia de esas contradicciones polares irresueltas hasta nuestros días. Una mentalidad conservadora de nuestros políticos, incluída aún dentro de los parámetros aristótelicos-tomistas en contra de los abiertos al campo de la ciencia y del racionalismo humanista. Lo que escribo en esta carta pertenece a realidad en lo que nos parece una ficción escrita dentro de mis múltiples viajes por nuestro Continente. Con mis saludos cordiales, José Pablo Quevedo*, [Embajador - Alemania] POETAS del MUNDO: http://www.poetasdelmundo.com/verInfo_europa.asp?ID=836 Carta a Valia de Dresde en la hora aciaga de Bagua Valia, malas noticias, el día 5 de junio hubo una masacre en Puente Quemado, en Bagua. A Wuinpi nativo de Awajún, días antes, le dijeron que había que cuidarse, que los policías tenían orden de matar. El era un hombre de paz como lo conociste un día cuando esbozaba la risa de la libertad de los jóvenes con sus labios gruesos que te gustaron, cuando te regaló la flor más bella de los ríos que se despliegan como las culebras atando la luz solar sobre sus lomos. El sabía conocerlos todos y te regalo el paisaje de lo verde para tus ojos azules, y en ellos los retuviste en tu vuelo de regreso para Alemania. -Señorita, aquí no hay pirañas, esas ya las comimos; y los delfines solamente salen por la noche y son señores que vienen con la Luna en traje negro, y se pasean por las orillas, y hablan con nuestras mujeres, y se las llevan de pronto a las lagunas. Nunca te vi reir de la gracia e ingenuidad de Wuinpi, y el se quedó mirando el cielo en lo alegre de tus ojos. Creyó, acaso, que ellos eran la fuente de un río para las flores de loto. Las tardes desde ese momento fueron de soles abiertos al Amazonas, en lo infinito azul que contiene decenas de lagunas y que atrapan en sus orillas las arenas doradas. Muchas islas abundaban con sus misterios en los afluentes de ese gran río, tenaces eran los cantos de los pájaros salvajes en lo dorado de los atardeceres. Wuinpi, creyó que el sol detendría el tiempo, pues decía que sus rayos se habían detenido en tus cabellos, y aunque tú regresarías para Alemania los rayos de su luz siempre lo acompañarían como las fotos que con tu cámara te tomaste con él a la puesta de ese astro . Valia creyó que el paraíso estaba allí en esas tierras donde lo verde y el mar se juntan en los horizontes, y que lo que le atraía lo abandonaría por un país de laberintos y sonidos. Paso entonces el tiempo y con cada rayo saliente entre los árboles contó el joven nativo nuevas historias. Pero ningun nativo Awajún o Wanpi pudo comprender lo que un gobierno constitucional contra ellos tramaba. Miles de años y por miles de generaciones ellos poseían las tierras y las aguas, y todos esos bienes creados por los seres de las aguas tenían personalidad y eran sus hermanos. Fabuladoramente el presidente Alan García -como lo hizo Cristobal Cólon desde el día 12 de Octubre de 1492, cuando empezó a poner cruces y dar nombres a todas las islas y territorios “descubiertos” del “Nuevo Mundo” y declararlo propiedad de los reyes católicos de España-, también montó una serie de decretos cómplices que intentaban entregar los territorios de Wuinpi a las empresas transnacionales para la extracción del petróleo, para la tala de los árboles o para convertirlos en campos de siembra del maíz para un combustible llamado etanol. El Jefe de todas las tribus de esa región, el dirigente Pizango advirtió la falsedad de los decretos que hacía el presidente fabulador y todos los ministros y congresistas de su bando. !Hay que resistir! !No hay que permitir que otra nueva invasión y otra conquista se produzca! !Hay que defender lo que es nuestro!, les dijo a todos los reunidos en esa Asamblea y que eran otros dirigentes de comunidades. Los nativos habían jurado no dejarse expropiar por los decretos lo que desde el tiempo les pertenecía, y Wuinpi como ellos decidió defender la tierra, acaso, con la sangre del pecho, y fue a tomar su puesto de lucha en Puente Quemado. Los policías estaban armados, y los elicópteros sobrevolaban los territorios de los aborígenes, soldados francotiradores al estilo de los rambos norteamericanos estaban parapetados, los dedos en los gatillos de los fusiles apuntaban a los cuerpos. Te reporto Valia, lo primero que leí de esos sucesos fue lo del periodista Joaquín Rivery Tur, y por ser escueto lo que narra, te lo escribo: Las balas mordieron con rabia y de pronto se asombraron de la propia sangre caliente que salía de sus cuerpos. Tres indígenas que no se deseaban la invasión de sus territorios sintieron la penetración del plomo disparado por las fuerzas de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales de la Policía Nacional del Perú o vieron destrozados sus rostros por las granadas de gases. El grito de guerra de los aborígenes no se hizo esperar, y la lucha cundió y con ella la muerte. Wuinpi herido mortalmente por una de esas balas, sintió que la vida se le iba, que la respiración lo abandonaba, y se fue a morir a las aguas que siempre amó y para encontrarse con los lotos y con los espejos del cielo que creyó ver en tus ojos. José Pablo Quevedo*, [Embajador - Alemania] POETAS del MUNDO: http://www.poetasdelmundo.com/verInfo_europa.asp?ID=836

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