miércoles, 24 de junio de 2009

EDUCACIÓN Y TIC TECNOLOGÍA DE LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN

LA EDUCACIÓN DEL FUTURO III ¿Optimistas o pesimistas? La combinación de los tres procesos enunciados permite elaborar distintas hipótesis respecto del futuro de la educación. Las más optimistas plantean que los avances científico-tecnológicos se introducirán fuertemente en todas las instituciones y los niveles del sistema educativo excepción y ello contribuirá decididamente a generar mejores condiciones para la democratización del conocimiento. La igualdad de posibilidades acceso a los saberes, según estas perspectivas, permitirá profundizar la democracia política como la equidad social. La confianza en la fue igualadora de los conocimientos es planteada con claridad por autores como Alvin Toffler (1992): "por definición tanto la fuerza come riqueza son propiedad de los fuertes y los ricos. La verdadera característica revolucionaria del conocimiento es que también el débil y el pobre puede adquirirlo. El conocimiento es la más democrática fuente de poder. Y lo convierte en una continua amenaza para los poderosos. Las visiones pesimistas, en cambio, imaginan un futuro marcadamente segmentado. En él convivirán grupos de instituciones que posean altísima tecnología y distribuyan conocimientos de punta para los sectores privilegiados, con otros en los cuales no se notará el paso del tiempo y en los que hasta nuestro resucitado maestro del siglo XIX podría seguir enseñando. Acerca de la importancia de la educación en el manejo de las tecnologías de la información, advierten pensadores de la talla de Umberto Eco (1996): "La perspectiva más pesimista respecto futuro es que nazca una sociedad dividida en tres clases: en el nivel más bajo, una masa de proletarios que no tienen acceso a la computadora (y por lo tanto también poco al libro) y dependen sólo de la comunicación. televisiva; una pequeña burguesía que usa la computadora de manera masiva, y, finalmente, una nomenklatura (en el sentido soviético término), que sabe cómo hacer razonar la máquina y que posee medios económicos para hacerse de los elementos cada vez más nuevos y potentes... Una certeza La paradoja principal respecto del futuro de la educación es que, en el marco de tantas incertidumbres, poseemos una única certeza: el conocimiento ocupará un lugar cada vez más importante en el desarrollo de las naciones y en las condiciones de vida de sus habitantes. Distintos procesos convergen para colocar a la educación en el centro de la definición del futuro de países y personas. En primer lugar, la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría alejan la posibilidad de que el destino y la soberanía de las naciones se diriman a partir de la acumulación de armamentos. La competitividad económica sustentada en el desarrollo del conocimiento "se convertido en la única fuente de ventaja competitiva a largo plazo (Thurow, L., 1993) que permitirá definir liderazgos, hegemonías y la capacidad de los países de hacer prevalecer sus propias perspectivas en un mundo cada vez más globalizado. En segundo lugar, el acelerado avance científico-tecnológico y la generación de nuevos patrones de producción y de organización del trabajo tornan obsoleta la teoría económica clásica que colocaba a los factores tradicionales de producción, tierra, trabajo y capital como motores del desarrollo y el crecimiento. Como señala Peter Drucker (1993), estos factores se han convertido "...en fuerzas de limitación más que en fuerzas de impulso. El conocimiento se está convirtiendo en un factor crítico de producción . En la misma dirección, Taichi Sakaiya (1994) define la sociedad del futuro como la "sociedad del cono cimiento". En ella la importancia del conocimiento estará por encima del resto de los factores productivos: ". . la creación de valor-conocimiento muy pronto se va a considerar la palanca principal de la economía social y de la acumulación de bienes de capital...". Pero el conocimiento sólo puede ser empleado a través de las habilidades de los individuos. Los principales estudios muestran que las tecnologías más dinámicas para el futuro próximo (microelectrónica, biotecnología, telecomunicaciones, nuevos materiales, robots e informática) se instalarán donde existan los ciudadanos con capacidad y destreza como para aprovecharlas. Debido a que, en un mundo donde los recursos naturales, el capital y la tecnología se desplazarán rápidamente, ".. lo único que persistirá dentro de las fronteras nacionales será la población que compone un país..." (Reich, R., 1993), la capacidad de los sistemas educativos para formar mano de obra altamente calificada se convertirá en uno de los elementos de mayor productividad y crecimiento de las naciones. Pero esta posibilidad de contar con gente que posea las habilidades necesarias para trabajar incorporando las nuevas tecnologías no sólo tendrá un valor importante en dirección a generar condiciones de competitividad externa. También tendrá un fuerte impacto en la calidad de vida de las personas. Por un lado, porque impedirá el desarrollo de estrategias productivas basadas en la competitividad económica espuria que está sustentada en la superexplotación de la mano de obra y en el deterioro del medio ambiente. Por otro, porque el avance científico y el manejo de las nuevas tecnologías nos colocará en mejores condiciones de encontrar soluciones para históricos problemas sociales (urbanísticos, de salud, educación, alimentación, vivienda, transporte, etc.) y para la producción masiva de aquellos bienes que, distribuidos a través de políticas de equidad, pueden significar un sustantivo aporte en el combate a la pobreza. Por último, en el marco de un futuro donde el trabajo probablemente pasará a ser el bien más escaso y donde ". . el único sector laboral aparentemente emergente es el relativo al conocimiento (Rifkin,J., 1996), la educación también ocupará un lugar central en la posibilidad de disputa democrática por aquellos nuevos lugares trabajo que se crearán y que seguramente en su mayoría exigirán a calificaciones. El estrechamiento del mercado laboral genera condiciones cada vez más competitivas para el ingreso en él. El sistema educativo será el principal mecanismo que otorgará los "pasaportes" para el ingreso al mundo del trabajo y por lo tanto al derecho a una ciudadanía plena

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