martes, 31 de marzo de 2009

LA EVUALACIÓN ESCOLAR ES SUBJETIVA Y NOS VUELVE SUPERMAESTROS

Por Carlos Villacorta V. Forjando la educación transformadora LL.- Nuestra evaluación escolar es subjetiva. TRANSFORMAR LA SUPER EVALUACION ESCOLAR ACTUAL QUE NOS VUELVE SUPERMAESTROS, EN UNA EVALUACION CIENTIFICA, DEMOCRATICA Y EQUILIBRADA Las evaluaciones escolares son una especie de sanción. Lejos de ser una comprobación de logros, avances y dificultades, se han convertido en una letanía del “sí estudió” y el “no estudió”. En definitiva el mito del “buen alumno” el que obtiene notas altas y del “mal alumno” el que obtiene bajas notas o desaprobatorias. Pocos son los maestros que se dedican a enterarse de las causas de las bajas notas en las evaluaciones Sin embargo, estas evaluaciones escolares cuantitativos son el eje de la educación. Es el factor que está altamente fortalecido dentro de la educación. En otras palabras: El eje de la educación es la evaluación y su nota. Cuando el maestro dice: “Este es el rol de exámenes” o en todo caso “mañana tomo examen” en el tono que lo diga, suave o fuerte, siempre causa temor y ansiedad en el estudiante. Y, es que precisamente, el informe que tiene que presentar sobre promoción y repitencia está basado en esas evaluaciones. De esta manera: El alumno se prepara para el examen; el padre exige a su hijo un buen examen; el profesor informa las notas de los exámenes. La palabra examen o evaluación es un fantasma que recorre todas las aulas, las calles, el hogar y la cabeza de todas las autoridades educativas. Es un problema más del sistema. Tanto es así, que se ha generado un prejuicio muy arraigado que, “de un 50% a más de notas desaprobatorias el malo es el docente”, de tal manera que este docente que pueda encontrar esta realidad en su aula, para aminorar la situación y no tener el problema de porcentaje mayor, emplea todo los recursos que le es posible: revisión y nota de cuadernos, una asignación, un trabajo adicional, etc. Como puede comprobarse, todo referido a evaluaciones y notas, pero no a investigar las reales causas y atacar por ahí. El sistema y su tiempo realmente no te permiten tomar otros factores, te encajonan en la nota. ¿De dónde proviene esta antieducación? Completamente comprobado que viene de las insulsas “autoridades educativas”. Mire usted lo que están haciendo ahora con los propios docentes, la calidad de su trabajo de enseñar, lo van a medir y controlar mediante las evaluaciones punitivas, según Ley 29062 que acaban de publicar. El problema central es que a la educación se lo está mirando como una fábrica de enlatados. Si se pensaría en seres humanos, no se fabricarían notas; se evaluaría personalidad y valores, actitudes y conductas, ¿cómo? He ahí el quid del asunto, ¡no quieren pensar! Llegó la hora que esta situación se contemple con mayor seriedad. Proponernos (Los propios maestros, porque nadie lo hará por nosotros)) una evaluación científica, democrática y equilibrada. Esto es: Lograr que la evaluación vaya más allá del examen cuantitativo numérico. Aproximarnos un poco más cerca de la realidad del alumno, escucharlos a ellos: Suscribir datos, criterios, consignas y propósitos de orientación y mejoramiento del rendimiento académico pero, ante todo, de actitudes y conductas, no sólo del alumno, sino también del profesor. Autoeducarnos debe ser una constante práctica; analizar el proceso del aprendizaje, la programación curricular. Debe haber un espacio prudente para ello dentro de la calendarización. El equivocado concepto: A más dictado de clases mejor calidad debe superarse; porque no permite el intercambio de experiencia docente ocupando algunas horas de clase. La práctica ha demostrado que no es así. La cantidad no puede ser sinónimo de calidad. Hay que buscar que mejorar esta situación. Lograr que la evaluación sea parte de la lección no el fin. Parte del conocimiento no el cuco. Basta de las súper-evaluaciones que nos convierten en súper-maestros. La evaluación debe ayudar a aprender cualitativamente: Investigar la realidad, saber analizar y sintetizar, saber poner en práctica los conocimientos, ser más autónomos y responsables y buscar constantemente la perfección de la capacidad y las habilidades. Ser cada vez mejor. La evaluación debe ser liberadora: No debe calificar “el éxito” o “el fracaso”, sino el avance y desarrollo para ser mejor, resolviendo prejuicios, taras, individualismos y consolidar formas de conocer mejor y aportar a un aprendizaje mejor para autotransformarse y contribuir en la transformación de los demás y la sociedad. El maestro debe dejar de ser un calificador de los éxitos y los fracasos de sus alumnos y pasar a ser un crítico de su trabajo. Sus logros deben estar medidos por los logros de sus alumnos.

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